sábado, 15 de octubre de 2016

Para que el olvido no me coma

La madrugada me agarró cómo siempre, desprevenido. Al igual que la noche anterior, la anterior y la anterior, el sueño me había abandonado repentinamente. Sin embargo, esta vez el despertar fue distinto. No desperté solo, la nostalgia se encontraba echada junto a mí. Su visita era frecuente, pero en esta oportunidad me dejaba una sensación extraña. Era un vacío en el estómago (o quizás era solo hambre, sabrá Dios). Desperté con varios rostros dando vuelta por los rincones de mi mente, rostros que había tocado, besado, quizás hasta amado. Olores, texturas, sonrisas, miradas, detalles simples que me forzaba a memorizar, porque sabía que tarde o temprano olvidaría. Y así fue, mi memoria me hacía malas pasadas. Ya no sabía con certeza si el olor correspondía a la misma persona, o si tenía cuatro lunares o en vez de uno. Los detalles eran tan vagos, que incluso me producían tristeza. Me entristecía darme cuenta que estaba olvidando lo que una vez significó tanto para mí. Me sentí triste, porque estaba olvidando a la mujer que más había querido. No fueron los tragos de ron con gente que no conocía, ni ese polvo con la mejor puta (no prostituta) que me gustaba desde la secundaria, nada de eso me había hecho olvidarla.

Era el tiempo. El tiempo que transcurría, que se deslizaba con lentitud. Era el tiempo que me borraba las memorias. Maldito tiempo. Me borraba las tristezas, pero también se llevaba en un saco los momentos felices que con tanto trabajo había fabricado. Me di cuenta que él seguiría como siempre, implacable ¡Qué idiota he sido! ¡Me siento triste porque estoy olvidando! Pamplinas. El olvido es lo único seguro que nos toca en la vida, junto con la muerte. Nuevamente recuerdo esas malditas caras, esos rostros que poco a poco se van destiñendo. Ya no tienen color, son sólo siluetas, tan frágiles y delicadas que me da miedo pensar en ellos, porque podrían romperse para siempre. Recordé el sabor de ese café que tanto me gustaba, que bebía puntualmente a las cuatro luego de estar con ella. Quizás recuerdo todas estas cosas para acordarme de mí mismo, para recordar que alguna vez viví, que alguna vez amé algo. Quizás por eso me esfuerzo tanto en traer de regreso todo eso que está guardado bajo llave en mi cabeza… Para que el olvido no me coma.



Resultado de imagen para tiempo tumblr

1 comentario:

  1. Excelente historia. Sin embargo, olvidar no es tan malo como parece, pero como cabeza es un mundo se respeta el sentimiento y se comparte la idea de no olvidar todo lo que se vive, solo lo que carece de sentido recordar. Todo aquello que nos limita a avanzar, a progresar, a ser uno mismo y más importante aún aquello que nos obliga a vivir de manera infeliz a causa de un mal trago que nos dimos o un trozo de carne que alguien tiro con intensión en nuestro rico helado de vainilla o chocolate (gustos y colores).

    Continúa escribiendo. Siempre habrá alguien leyendo...

    ResponderEliminar